Sólo quien se detiene a mirar la realidad del otro/a, quién llega cerca del dolor ajeno es capaz de ponerse en su lugar y hacer carne propia aquella cruz. Sólo quién está dispuesta a mirar el abismo y a dejarse mirar por él es quién puede actuar como samaritana de aquel prójimo/a que necesita de nosotras.
Foto de Flor creado por jcomp www.freepik.es |
Cuando nos enteramos de que un
padre biológico es capaz de violar a su propia hija sabemos que la justicia es
la respuesta, pero cuando nos enteramos que la justicia después de años de
silencio decide que la condena será donar unos pocos litros de leche a una
organización benéfica y continuar viendo a su hija, entendemos que la sororidad
y el affidamento son el único camino a transitar, el sostenernos las unas a las
otras y el buscar justicias alimentadas en los derechos humanos, la justicia de
género, la equidad e igualdad.
Si no te pasa nada al escuchar esta noticia, tal vez estás como el levita o el sacerdote, atravesada por la ley y el moralismo, pasando lejos de los cuerpos heridos que pueden manchar, dejar marcas, que pueden ‘alejar’ de lo sagrado o retrasar las tareas cotidianas.
En el texto bíblico la persona
que sí tuvo tiempo para detenerse y ayudar fue la única de la cual no se
esperaba nada, una extranjera, impura, que aparentemente no tenía nada para
dar, ésta fue la que se hizo tiempo, la que se hizo prójimo-próxima, la que
decidió demorarse en el camino para curar las heridas de una persona.
La tan clamada justicia muchas
veces parece estar en mano de levitas y sacerdotes que no tienen tiempo para
detenerse a contemplar las vulnerabilidades, las verdaderas necesidades, los
derechos violentados. Hay que seguir denunciando que esto no es justicia, ni
mucho menos imparcialidad, quien no es capaz de mirar y escuchar con atención a
la víctima nunca será capaz de hacer justicia por ella.
En una sociedad injusta y
selectiva somos llamadas a vivir como samaritanas, compartiendo el dolor, ayudando
a cargar las cruces que nos atraviesan y caminando juntas mirando hacia
adelante en la búsqueda incesante de una comunidad más justa y una vida más
libre y más plena.
Escrito basado en la indignación de la noticia de que tras violar a su hija obtuvo como condena "donar leche" y en la parábola de Lucas 10, 25-37. La noticia apareció primero en el diario sur.
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