Comparto algo de lo que vivo cuando me encuentro con otros y otras
a compartir la Vida y la Palabra
Mientras leemos la Palabra
miro tus ojos asombrados o entrecerrados,
tus manos temblorosas o tus puños cerrados,
tu cuerpo tieso o inquieto, todo él temblando.
En el momento del compartir
escucho tus quejas y gemidos,
tus dolores y esperanzas,
tu fe compartida y tu agonía.
Vuelvo a recorrer tu cuerpo
cuando descubres tu vida ante los demás,
te abrazo con mi mirada esperando alcanzarte
mostrándote algo del gran amor de tu Padre y Madre.
Mis oídos captan tu triste melodía,
mi mirada intenta besar tus heridas,
mi boca intenta balbucear compañía.
Jesucristo recibe nuestras lágrimas y sonrisas
y las transforma en Vida.
Entramos pesados, nos vamos flotando,
renovamos nuestra fe y nuestra alegría,
consolidamos la comunidad
y compartimos el día a día.
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