martes, 11 de agosto de 2020

Los Profetas No Mueren

Transcurría el 2005, año de tormentas si las hay, año de desiertos extensos, interminables, sin aguas donde poder saciar la sed, sin manantiales de vida donde poder ahogar la muerte.

La Palabra, aquella que me acompañaba desde pequeña ya no me decía nada, su boca estaba sellada para mí, sólo profería mandatos enquistados en la ley, para aquellas que se gozaban en tener el monopolio de la Ruah Divina. 

Me sentía sola, rodeada de personas, pero sola, acompañada tan sólo por extranjeros que no conocían mi pesar, que esperaban de mi oído y mi boca la ayuda y yo seca, sin agua, sin palabras, sin nadie.

En medio de la noche, llegaron libros de Don Pedro, de poemas, de historias, de vidas, libros que sin ganas fui abriendo como al pasar mientras me dejaba atrapar por el brillo de sus versos, el fuego de su pasión, el dolor compartido, la experiencia de cruz y resurrección.

Mis ojos volvieron a ver, mi mirada volvió a tener brillo, mis piernas comenzaron a experimentar nuevamente la esperanza. Sus escritos me dieron vida y vida en abundancia.

La vida sobre ruedas o a caballo,

yendo y viniendo de misión cumplida,

árbol entre los árboles me callo

y oigo como se acerca Tú Venida.

Cuanto menos Te encuentro, 

más Te hallo,

libres los dos de nombre y de medida.

Dueño del miedo que Te doy vasallo,

vivo de la esperanza de Tú vida.

Al acecho del Reino diferente,

voy amando las cosas y la gente,

ciudadano de todo y extranjero.

Y me llama Tú paz como un abismo

mientras cruzo las sombras, 

guerrillero del Mundo, 

de la Iglesia y de mí mismo. 

(“En Éxodo”, Pedro Casaldáliga)

Acaso, ¿la palabra no se hizo carne y habitó entre nosotros? Así es, pero hasta ese momento no lo había experimentado con aquella fuerza. Tal vez, mi dualismo menos severo, pero aun así, existente en mi interior, me impedía sentir la vivencia eucarística en el pan partido que me ofrecían personas limitadas y frágiles como yo. Sí, Don Pedro también fue frágil, pobre, misionero, peregrino, fue compañero y camino.                                                

No tener nada.                                                         

No llevar nada.

No poder nada.

No pedir nada.

Y, de pasada,

no matar nada;

no callar nada.

Solamente el Evangelio, 

como una faca afilada.

Y el llanto y la risa en la mirada.

Y la mano extendida y apretada.

Y la vida, a caballo, dada.

Y este sol y estos ríos 

y esta tierra comprada,

por testigos de la Revolución ya estallada.

¡Y “mais nada”! (“Pobreza Evangélica”, Pedro Casaldáliga)

Se hizo dolor hasta padecer las mismas cruces de la gente de su pueblo, se hizo tanto pueblo, tan aborigen, tan campesino, tan sin tierra que fue perseguido y amenazado como uno de ellos, pero nunca consiguieron callarlo. Su pasión por la justicia lo hizo más fuerte, más luz, más semilla. No le tuvo miedo a la muerte, tenía miedo a tener los brazos cerrados, por eso estaban siempre abiertos y llenos de personas.

Al final del camino me dirán:

-¿Has vivido? ¿Has amado?

Y Yo, sin decir nada,

abriré el corazón lleno de nombres. (“El corazón lleno de nombres”, Pedro Casaldáliga)

Querido hermano, que viviste el Evangelio que anunciaste, que denunciaste las injusticias que viste, que te enamoraste de nuestra tierra hermana y floreciste en la Pascua esperada, concédenos tenerte como faro, apóstol y testigo de que es posible seguir los pasos de Jesús, el Nazareno y hacer visible su Reino. Ayúdanos a seguir insistiendo…

Es tarde                                              pero es nuestra hora.

Es tarde

pero es todo el tiempo

que tenemos a mano

para hacer el futuro.

Es tarde

pero somos nosotros

esta hora tardía.

Es tarde

pero es madrugada

si insistimos un poco. 

(“Nuestra Hora”, Pedro Casaldáliga)




miércoles, 22 de julio de 2020

María Magdalena: Apóstola de los Apóstoles

A lo largo de la historia han sido calladas las voces de muchas mujeres. Narraré aquí, brevemente, el silenciamiento de una discípula y apóstol desde la tradición y la Biblia: María Magdalena.

¿Qué dice la Tradición de ella?

Una historia que hizo suceso en la iglesia de Occidente fue identificar a María Magdalena con María de Betania y la pecadora pública, fue el papa Gregorio Magno que en el año 591 lo hizo en una de sus homilías (Homilía 25; PL 76, 1188). Esta teoría ganó popularidad en Occidente y a pesar de no tener fundamento bíblico perdura hasta hoy. Para los antiguos la procedencia de las personas era muy importante por eso en la Biblia muchas veces el segundo nombre de la persona es el lugar de donde procede. Así sucede con María de Betania y María de Magdala, el “de” indica la procedencia de ambas, por lo tanto, ya sabemos que son dos Marías diferentes una que es del poblado de Betania y la otra de Magdala. En cuanto a la identificación con la pecadora pública de Lucas no hay motivos para hacer esta conexión, sobre todo, sabiendo que el evangelista Lucas sigue a Marcos como su texto base y que, en esta primera comunidad cristiana –Marcos (65 d.C.)- María Magdalena es colocada como una de las lideresas más importantes de la comunidad, aún más que el propio Pedro. Podemos pensar entonces que esta identificación con la pecadora pública se dio sólo por ignorancia o si pensamos mal –y tal vez tengamos que hacerlo-, se quería apagar el nombre de esta mujer con una reputación dudosa porque ella había sido una persona muy importante para los primeros cristianos y continuaba siendo una referente en los primeros siglos de cristianismo.

Por otro lado, de ella también se dice que fue una mujer que estuvo muy cerca de Jesús, hasta algunos creen que podría haber sido su compañera y esto no sería nada extraño, ya que Maestros célibes no eran comunes en la época, aunque existieran. Pero, aunque esta historia haya atraído a novelistas y cinematógrafos no se puede comprobar.

¿Qué dice la Biblia de ella?

         Ella era discípula de Jesús

Marcos es el primer evangelista en hablar de María de Magdala como discípula, pero lo hace al final del evangelio y en el contexto de la cruz (Mc 15, 40-41). Entendiendo que cada vez que el evangelista habla de discípulos de Jesús incluye a las mujeres que lo seguían, servían y subían con él a Jerusalén, la encontraremos en todo el Evangelio.

María Misionera - Ma.Van Galen fmm

Sólo el evangelista Lucas habla de ella lejos del contexto de la muerte y resurrección y en el capítulo 8 nos informa que ella era una de las discípulas que acompañaba a Jesús junto con los doce y lo servía con sus bienes. Sólo Lucas dice que de ella salieron siete demonios. Esta información aparece en Marcos 16,9 que es un apéndice del evangelio- el evangelio de Marcos terminaba en el verso 8 del mismo capítulo-. Alguien que encontró el desenlace de la Buena Nueva muy abrupto resolvió agregar las apariciones de Jesucristo y agregó también años más tarde a la redacción del evangelio esta información de María que no se tenía en el cuerpo del mismo y que no coincide con la descripción que el evangelista da sobre ella anteriormente (Si el evangelio de Lucas fue escrito alrededor de los años 85-95 podemos pensar que estos agregados en Marcos, escrito inicialmente en el año 65, son de esta época). Lo que queda claro en esta perícopa es que el discipulado era de varones y mujeres y que los doce no eran los únicos que seguían a Jesús. María Magdalena era una discípula suya también.


“Y poco después, El comenzó a recorrer las ciudades y aldeas, proclamando y anunci
ando las buenas nuevas del reino de Dios; con El iban los doce y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios y Juana, mujer de Chuza, mayordomo de Herodes, y Susana, y muchas otras que de sus bienes personales contribuían al sostenimiento de ellos.” (Lc 8, 1-3)

         Ella estaba junto a Jesús en el momento de la crucifixión

Mateos y Marcos van a decir que ella junto con otras mujeres acompañó a Jesús hasta su muerte después de seguirlo desde Galilea y servirlo durante su ministerio. Y el evangelista Juan va a colocarla junto a la cruz de Jesús. En el momento crucial de la vida de Jesús él es abandonado por los apóstoles, pero no es abandonado por las mujeres. Marcos utiliza tres verbos fuertes en esta cita: seguir, servir y subir. Estos hablan del modelo ideal de discipulado en el evangelio, es decir, los verdaderos discípulos para Marcos son los que siguen los mismos pasos de Jesús, los que sirven como él y los que están dispuestos a entregar su vida por otros (subir a Jerusalén) y estos verbos no los utiliza para ninguno de los doce sino para el grupo de mujeres liderado por María Magdalena. Ya el evangelista Juan va a decir que sólo las mujeres son capaces de quedar de pie junto a Jesús en el momento de dolor extremo. Ellas son las que conforman la comunidad modelo en este evangelio, una comunidad que permanece de pie junto a los que sufren formando un solo cuerpo incapaz de romper, ellas son fuertes y unidas como la túnica de Jesús que por ser de una sola pieza y sin costura tiene que ser sorteada entre los solados porque no puede ser dividida.

Y muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle, estaban allí, mirando de lejos; entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.” Mt 27, 55-56

 Había también unas mujeres mirando de lejos, entre las que estaban María Magdalena, María, la madre de Jacobo el menor  y de José, y Salomé,  las cuales cuando Jesús estaba en Galilea, le seguían y le servían; y había muchas otras que habían subido con El a Jerusalén.” Mc 15, 40-41

“Y junto a la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su madre, María, la mujer de Cleofas, y María Magdalena.” Jn 19, 25

         Ella acompañó la sepultura de Jesús

También Marcos y Mateo se ponen de acuerdo al decir que María Magdalena estaba allí acompañando la sepultura de Jesús y observando donde colocaban su cuerpo. Era costumbre ungir el cuerpo de los muertos con perfumes y mirra, María sigue los ritos enseñados y sale de su dolor para honrar el cuerpo de su Maestro.

“ Y María Magdalena y María, la madre de José, miraban para saber dónde le ponían.” Mc 15, 47

Y María Magdalena estaba allí, y la otra María, sentadas frente al sepulcro.” Mt 27,61

         Ella fue la primera testigo de la resurrección de Jesucristo

Y todos los evangelistas van a hablar de ella como la primera en testimoniar la resurrección de Jesucristo y la primera anunciadora de esta Buena Noticia. Es difícil que los cuatro evangelistas se pongan de acuerdo en algo, es difícil que ocurra esto aún en los sinópticos sin embargo aquí sucede con los cuatro evangelistas. Una coincidencia tan grande solo puede ser posible si el hecho tiene mucha probabilidad de ser histórico o si las tradiciones cristianas del primer siglo respetaban a María Magdalena como una figura altamente relevante. María Magdalena es la escogida por Jesucristo para ser visto, oído y tocado, para amarlo y anunciarlo. Ella es la primera apóstola, la primera comunicadora de la resurrección, la primera persona enviada a anunciar a los discípulos la nueva vida de Jesús. (Cfr. Mt 28, 1-10; Mc 16, 1-10; Lc 24, 1-10)

Y el primer día de la semana María Magdalena fue temprano al sepulcro, cuando todavía estaba oscuro, y vio que ya la piedra había sido quitada del sepulcro.  Entonces corrió y fue a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús amaba, y les dijo: Se han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde le han puesto. (…) Pero María estaba fuera, llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó y miró dentro del sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Y ellos le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Ella les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. Al decir esto, se volvió y vio a Jesús que estaba allí, pero no sabía que era Jesús.  Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú le has llevado, dime dónde le has puesto, y yo me lo llevaré.  Jesús le dijo: ¡María! Ella, volviéndose, le dijo en hebreo: ¡Raboní! (que quiere decir, Maestro).  Jesús le dijo: Suéltame porque todavía no he subido al Padre; pero ve a mis hermanos, y diles: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.” Fue María Magdalena y anunció a los discípulos: ¡He visto al Señor!, y que El le había dicho estas cosas.” Jn 20, 1-2. 11-18

Y nosotras… ¿qué decimos? ¿qué diremos?

¿Por qué hemos escuchado tan poco de esta mujer? ¿Por qué es tan importante para algunos resaltar lo que sólo aparece una vez en los textos en lugar de mostrar lo que aparece con tanta firmeza en todos los evangelios? ¿Por qué una mujer no puede ser la elegida por Cristo para anunciarlo?

Callar la propia Biblia para callar el liderazgo indiscutible de una mujer, apagar su dignidad inventando historias de demonios para mostrarla frágil, inferior, callar su discipulado y apostolado para callar el discipulado y apostolado de las mujeres de hoy, eso es lo que conseguimos ocultando lo que dicen los textos evangélicos.

Estos silencios muestran iglesias que aún hoy les cuesta hablar de la igualdad y dignidad de todas las personas, de iglesias que aún hoy someten la mujer al varón y cultivan la idea entre sus fieles que hay tareas diferentes y exclusivas para uno y otro sexo, de iglesias que se aferran con fuerza a algunos versículos bíblicos mientras desconocen o pisotean otros.

María Magdalena fue una discípula de Jesús, pero no cualquier una, ella fue una importante líder de la primitiva comunidad cristiana y fue la elegida para ser la primera testigo de la resurrección de Cristo, la primera anunciadora de la Buena Nueva. Ella fue y continúa siendo apóstola de los apóstoles.

Ella abrió caminos para nosotras en esta aventura. Continuemos sus pasos…

Celebremos su fiesta, nuestra fiesta, la de todas las mujeres.


Dos mujeres corriendo por la playa - Picasso

domingo, 31 de mayo de 2020

Una Espiritualidad Encarnada

Dios se encarnó, se hizo carne, puso su morada entre nosotros y nosotras y con este gesto abrazó el tiempo y la historia, Dios quiso ser parte de nuestra historia.

Esto que pasa casi desapercibido el día de Navidad, nos lo olvidamos completamente el resto del año al leer la Biblia y dejamos de pensar en todos los que la transmitieron, escribieron y reescribieron, en todas las personas que tuvieron intenciones en lo que decían, que tenían una comunidad concreta a la que dirigían el o los mensajes. Cuando leemos la Palabra de Dios (y las palabras de hombres) sin hermenéutica con reflexiones para casi ángeles, le quitamos la mayor originalidad al mensaje cristiano, la historia por la cual transitó y atravesó la sabiduría de Dios.

En estos tiempos posmodernos, líquidos y fundamentalistas vamos dejando una Biblia desencarnada, vamos dejando una Biblia sin el Dios de Jesucristo al que decimos seguir los cristianos. ¿Por qué llamarnos cristianos si en realidad seguimos a un Dios que es energía, que está en el cielo, que es fuerza, que es amor? Los sustantivos abstractos están lejos de acercarnos la Palabra de Dios, porque Dios se hizo Persona en la Historia. Cristiano es el que intenta seguir los pasos de Jesucristo: el Jesús de la Historia y el Logos de Dios o mejor dicho, la Palabra de Dios encarnada en el tiempo.

El literalismo bíblico no es cristiano o no es compatible con el cristianismo. El literalismo bíblico desconoce la Encarnación de Jesucristo. 

Foto: Lizeth Mussy de Im.creative_

Para aquellos que leen la biblia y la interpretan tal cual está escrita, la vida es mucho más fácil, porque si hay algo que no concuerda en ella, si hay contradicción, el que tiene la culpa es Dios y como Él es misterio y el misterio no se puede abarcar en su totalidad, solucionan las incongruencias que pueden aparecer diciendo que Dios nos dará a conocer la plena verdad cuando lleguemos junto a él. Ellos, ciertamente, tienen la vida mucho más fácil porque viven un cristianismo espiritualista y desencarnado que no le sirve a nadie más que a otros seres volátiles como a ellos mismos. Ellos, como dice la escritura: "cuelan un mosquito mientras se tragan un camello", ó "ni entran ellos, ni dejan entrar a otros al Reino de los Cielos". ¡Ojo! Desafortunadamente, de estos personajes están llenos los templos...

Cuando quieras leer la Biblia e intentar interpretarla, buceá en las fuentes, viajá al contexto para saber cómo vivían los personajes de aquella época, qué significaba cada palabra, pero sobre todo, no olvides si te llamás cristiana/cristiano de pasar todo lo que leas y descubras a través del prisma de la Pascua de Jesús. Él vivió, murió y resucitó "para que todos tengamos vida y vida en abundancia".

Hay muchas idas y venidas en los diferentes libros de la Biblia, pero en los Evangelios, en los dichos y hechos de Jesús de Nazareth hay una concordancia muy grande, prima el amor a la verdad, prima el perdón a la venganza o el odio, la unidad a la división. No se puede interpretar un pasaje bíblico sin iluminarlo con los dichos y hechos de Jesús y sin pasarlo por el tamiz del mandamiento más importante, en el cual, cuando quisieron ponerlo a prueba resumió todas las leyes, el mandamiento del Amor a Dios, al Prójimo y a Nosotros Mismos.

Lo que diferencia al cristianismo de otras religiones monoteístas es tener como centro a un Dios encarnado, creer en un Dios que se hizo parte de nuestra historia y de nuestra humanidad. Que tu cristianismo no te deshumanice, porque el Dios de Jesucristo a quien seguís y rezás abrazó tu historia y tu carne de una vez para siempre.


P.D.: La imagen tiene una frase mía, que se viralizó en la marcha del 8M de 2019. 
Pensé que era muy simple cuando la escribí, tanto que hasta dudé de hacerlo, 
ayer me entero, con el regalo de esta imagen creativa que hay muchas personas 
y sobre todo muchas jóvenes mujeres que se siguen enamorando de ella. 
¡Gracias querida Marce Huck por seguirla compartiendo! 
¡Gracias Lizeth Mussy por agregar tu creatividad y dejarla más bella!

viernes, 24 de abril de 2020

Celebración

Cuentos narrados por niñas que soñaban con ser guerreras,
con poder costurar orillas y traspasar las fronteras.
Poemas de adolescentes que entretejían historias de luchas y amor
donde las heroínas salvaban de manos abiertas y oídos atentos al clamor.
Novelas de juventud, de noches traspasadas y días de arena y mar
con las alas abiertas al futuro más quebradas por el presente demasiado terrenal.


Mujeres sostenidas por un puñado de sueños apretados
por la mediocridad constantemente asaltados
y por sus propios pares y amigos tal vez,
que las animaban a abandonarlo todo y a echarse a correr.

Mujeres que no dudaron en dejarlo todo
para seguir caminando al son de la brisa suave
y del fuego abrazador de la Santa Ruah.
Devoradas, incendiadas, consumidas
por el amor que se entrega y muere cada día.

Mujeres que alimentaron la esperanza con sus propias vidas,
que supieron dar a luz allí donde sólo había agonía,
que supieron gritar fuerte por quien no podía.
Mujeres que buscaron enredarse, sostenerse, acuerparse,
hermanarse y transformarse por otras utopías.
Mujeres que hoy levantan juntas la bandera de la equidad y la justicia.
Mujeres que hoy celebran...

Celebrar, es elogiar cada una de nuestras presencias,
es festejar el encuentro decisivo de transitar el mismo camino,
es aplaudir nuestros esfuerzos cotidianos para lograr el fin deseado
a pesar de tantos obstáculos,
es recordar a las que nos anticiparon y dejaron hondas huellas por donde pasaron
que hoy regresan a nosotras como guías y faros.
Celebrar es alabar a la Madre Tierra
que nos gestó latinas e hizo nuestros orígenes amar
y a la Ruah Divina que acercó nuestras márgenes
para que no caminemos más en soledad.

¡Celebremos hermanas! Hay mucho más por andar.

Maria Gabriela Merayo - Buenos Aires, 24 de abril de 2020.
Poema creado para la celebración virtual del Segundo Aniversario de la Red Tepali

lunes, 30 de marzo de 2020

Te puedo ayudar


No sé cómo vienes pasando hasta aquí la cuarentena, pero creo que es claro que, si al menos tienes internet para estar leyendo esto que te comparto es porque continuas con algún contacto exterior para los lazos sociales tan importantes en tiempos de aislamiento. ¿Y en tu casa estás sola o acompañada? ¿Cómo se organiza la familia en estos días? ¿Cómo son las relaciones? ¿Has experimentado angustia, miedo, soledad? ¿Te has aburrido o te has cargado de trabajo?

Pregunto sobre lo que voy experimentando en lo personal y familiar. Ya no se pueden diferenciar los días porque en un espacio reducido y con las mismas personas cada día, intentamos de alguna manera reproducir tareas, hobbies y entretenimientos, precisamos de rutinas y de escapes, así como de momentos comunitarios y de soledad.

Y lo personal afecta lo comunitario, por eso cuando alguien está mal todo el grupo se ve afectado de alguna manera. Cómo importa en este tiempo, el conocimiento que tengamos los unos de los otros. Mirarnos detenidamente, saber cuando alguien se levantó triste, impaciente, nervioso, para hacernos presencia amorosa y paciente de los dolores o ansiedades de la otra, del otro.

Vivimos un tiempo distinto, no es un finde largo que pasamos en casa porque llueve torrencialmente, son días de “encierro” obligatorios en que se nos presentan muchas veces los barrotes del miedo a la muerte y la soledad y donde se ve limitada nuestra libertad. La libertad física está limitada al espacio geográfico que habitemos y en esto, nuestras casas o departamentos jugarán un papel importante, no es lo mismo estar en un lugar que tenga un patio, aunque sea chico, sobre todo si hay pequeños, a pasarlo en un departamento, pero tampoco es lo mismo transcurrirlo en un ambiente super iluminado y ventilado a padecerlo en un ambiente pequeño y oscuro. Los ambientes que habitamos harán más pacíficos o más tediosos nuestros días porque todo nos influye.

Y si los ambientes tienen ese poder en nuestro semblante, en nuestras emociones, qué decir de los vínculos generados con las personas que convivimos. Podemos haber cultivado una sana convivencia, con gente que nos ama y que amamos y eso generará cada vez más atracción y deseos de estar con el otro. Y aún amándonos habrá momentos difíciles, de rispidez y conflictos, porque cada uno luchará por su espacio y con sus fantasmas internos y eso se sentirá en el grupo familiar.

No tengo la autoría de la imagen, si eres tú, házmelo saber.
Ahora, si hay minutos que se hacen cuesta arriba al lado de seres queridos, imagina qué sucedería si estuvieras en el mismo espacio reducido compartiendo con personas que amabas pero que hoy ya no te demuestran ni siquiera cariño. Imagínate padeciendo la violencia, sufriendo vínculos negativos, tóxicos, manipuladores, agresivos que se fueron generando con el tiempo casi sin darte cuenta y que hoy te mantienen atrapada en una pesadilla sin fin. Imagina una cuarentena padecida con este tipo de persona, imagina una cuarentena con el virus de la muerte dentro de tu propia casa. ¿Cómo defenderse? ¿Con quién contar?

No todas estamos a salvo en nuestros hogares, hay muchas mujeres y niñas que conviven con sus verdugos y posibles femicidas. Desde las medidas de aislamiento en el marco de la pandemia ya son 12 los femicidios en Argentina. Mujeres que, como vos y yo, un día soñaron con la posibilidad de ser felices y vivir en libertad.

En este aislamiento, estemos atentas a los pedidos de ayuda de las personas vecinas o mujeres de nuestras redes. Hoy más que nunca nos necesitamos.

Teléfono: #144
E-mail: linea144@mingeneros.gob.ar
WhatsApp: (+54) 1127716463 y 1127759047/48


sábado, 28 de marzo de 2020

Vivir resucitad@s


El miedo y la muerte nos acechan, pero ¿hay algo peor que la muerte? Sí: ¡estar muertas en vida! ¡Vivir sin amor! Y este virus que nos rodea, nos obliga a escondernos, a guardarnos y a separarnos y distanciarnos de los afectos.

¿Qué decir frente a esta posibilidad que se instala ante nuestras puertas? Jesús es la Resurrección y la Vida. Jesús no es solo ese que puede darnos vida eterna después de nuestro paso por esta tierra, Jesús es quien puede colmarnos de vida nueva hoy, en el lugar donde estés, te encuentres sola o acompañada, Jesús te invita hoy a abrazar la radicalidad de su vida plena.


Y hoy especialmente te invito a que abraces esa vida siguiendo los pasos de Marta. Esta diaconisa silenciada en el evangelio de Lucas (Lc 10, 38-42), es aquí, en el evangelio de Juan, la mujer amada por Jesús (Jn 11, 5) y quien toma la iniciativa tanto como para llamarlo cuando se enferma su hermano, como para demostrar su fe después de la muerte de Lázaro diciéndole a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá» (vs 21-22). Fíjate hasta donde llega su fe que Lázaro ya llevaba cuatro días muerto, cuatro días con la tumba cerrada, ella misma es quien le dice a Jesús que ya huele mal porque el cuerpo ha comenzado a descomponerse y ahí es donde Jesús le llama la atención: Pues, “¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?” (v.40). Marta acababa de decirle a Jesús: “Yo sé que -mi hermano- resucitará en la resurrección, en el último día.” (v.24) Y cuando Jesús le dice: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?” (vs.25-26), Marta le responde “Sí, Señor” y en este momento pensamos que Marta ya lo entendió todo, pero inmediatamente agrega: “yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que ha venido al mundo.” Marta continúa creyendo en el mesianismo glorioso y davídico en el que también creían muchos seguidores de Jesús. Él, sin embargo, quiere revelarle que es mucho más que eso, que es resurrección y vida. 


Frente a la pregunta de Jesús: “¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?” (v.40) si volvemos atrás en la lectura, veremos que Jesús nunca hace esta pregunta a Marta, lo que pregunta es: ¿crees que quien cree en mí, aunque esté muerto, vivirá, y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá jamás? (vs.25-26). Es bueno preguntar aquí, ¿por qué Jesús dice: “¿no te he dicho…?” Cuando en verdad, no lo ha dicho y sí dijo otra cosa. ¿Qué relación hay entre estas dos frases? ¿Qué es la gloria de Dios? ¿En qué consiste? Pues la Gloria de Dios consiste en que las personas vivan. Dios es resurrección y vida y como Padre/Madre quiere lo mismo para sus hijas e hijos, que vivamos plenamente, que nos gocemos en la resurrección, que la muerte en nuestra carne no tenga lugar, que la esperanza y la certeza de la resurrección nos mantenga vivas y vivificadas. Dios no sólo nos regaló su vida creándonos, él nos volvió a entregar su vida en la muerte y resurrección de Jesús y nos la renueva cotidianamente por la acción de su Divina Ruah que no cesa de recrearnos en su danza amorosa y eterna.


En estos tiempos, podemos reprochar a Dios por lo que nos pasa, como lo hizo María: “si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”, pero también podemos como Lázaro salir de la tumba envueltos con los recuerdos de la muerte, dejando que éstos detengan nuestro paso, nuestra mirada, nuestro accionar… O podemos dar un paso más, como lo hizo Marta, confirmando nuestra fe en Jesús y esperando el milagro del Mesías glorioso. Todos estos personajes nos muestran actitudes muy humanas, pero ninguno nos muestra la actitud que nos hará feliz. Nuestra felicidad se dará cuando podamos vivir continuamente la experiencia de la resurrección en nuestras vidas, cuando dejemos que la Vida de Dios, Uno y Trino se nos encarne y vayamos viviendo resucitadas aún cercadas de muerte. Amén.


Reflexión al texto del evangelio de Juan del capítulo 11,3-7.17.20-27.33b-45
(Si querés escucharla, hacé click en la palabra reflexión)

jueves, 26 de marzo de 2020

Padre y Madre Nuestra

¿Oramos juntas y juntos?  (Hacé click en esta pregunta)

Hace unos días la dejé escrita, hoy la dejo en audio por si estás sola/solo y necesitas compañía.
Acercala a quien no pueda leer, a quien prefiera escuchar, no la guardes.
Precisamos acercar orillas...

Nota: La estás escuchando gracias a una iniciativa de Tepali, una Red Latinoamericana y Caribeña
de Teólogas, Pastoras, Lideresas y Activistas Feministas Cristianas de la cual soy parte.

martes, 24 de marzo de 2020

Y si nos vaciamos?


¿Cómo hacer para no morir en el intento? Es una frase que me persigue porque soy de las personas que hace mil bosquejos y que cuando por fin tiene que mostrar uno, siente que no está a la altura de las circunstancias o que se pregunta ¿por qué un desconocido tendría que leer esto? ó ¿por qué una amiga tendría que hacer el aguante? ¿acaso no es tiempo perdido?

Tal vez con el avance de los estudios psicológicos cada vez escriba menos bosquejos y más textos legibles o se disipen las dudas o se acrecienten, quien lo sabe. Hoy es una necesidad escribir, para dar libertad a pensamientos incompletos, a dolores contenidos, a esperanzas utópicas, para preguntarme en voz alta y tal vez encontrar una respuesta o tan sólo para que el eco del silencio me traiga nuevas preguntas más profundas, más completas, que me impulsen a seguir hurgueteando en mi interior, en la experiencia, en las relaciones, en la vida misma.

Cuando una jarra está llena, precisa vaciarse para volverse a llenar. ¿De qué sirve una jarra llena en una mesa de saciados, de qué sirve si no hay a quién saciar la sed? Pero más aún, una jarra sólo es un recipiente, no es “el agua”, nunca lo será, una jarra es un instrumento para llevar de un lugar a otro ese tesoro preciado que es el agua, uno de los tesoros imprescindibles para nuestra vida como el amor y las relaciones…

Y pensar que cada uno tiene una sed para saciar (o varias) mientras al mismo tiempo, somos portadores de algún tesoro, sí, tan sólo somos simples recipientes que pueden transportar lo que sacie la sed de alguna persona. ¿Te pusiste a pensarlo? ¿Qué tenés para dar? ¿Qué transportás en ese recipiente completo y bello que es tu cuerpo? ¿Qué tenés para ofrecer en este momento en que nos hacen falta tantas cosas…?

Quizás, hoy tan sólo pueda llevarte mis preguntas, pero decido darles alas para que lleguen hasta ti, decido vaciar este recipiente para poder seguir llenándolo de vida, creo que tenés la capacidad de elegir qué hacés con ellas…

sábado, 21 de marzo de 2020

Oremos junt@s

Padre y Madre Nuestra
que estás en los cielos, a nuestro lado 
y en nuestro interior.

Santificado sean los Nombres 
con los cuales te hemos bautizado
y santificada sea tu Presencia amorosa 
y amante en medio nuestro.

¡Venga tu Reino de justicia y equidad!
Hágase tu voluntad:
"he venido para que tengan vida, y 
para que la tengan en abundancia"
en toda la Madre Tierra.

Danos salud, fuerzas y asistencia 
para cumplir el trabajo que nos otorga el pan
y danos tu soplo suave y tu palabra cotidiana 
porque diariamente tenemos hambre y sed de Ti.

Perdona las ofensas y heridas 
que ocasionamos a las personas, 
a tu divina creación y a nosotras y nosotros mismos 
cada vez que olvidamos tu pedido de amarnos y amar.

Sostennos fuertes para no caer en el desamor ni el desánimo
y líbranos del odio y la maldad.
Amén
Gabriela Merayo

Nota: Hoy a la tarde reactivé mis neuronas en algo que me gusta mucho hacer: escribir. Estaban tan empolvadas que pasé toda una tarde para escribir una oración...
¿Cómo surge? De la necesidad de rezar con un lenguaje conocido, el de los Evangelios, el del Dios que me presentaron las teologías contextuales y el que me liberó. 
Si no te identificas con el Dios que te presentan en tu iglesia o comunidad, te invito a que la recemos juntas-juntos y vayamos descubriendo a un Dios que es puro e incondicional amor, que es personal y que se encarnó, es decir, se hizo como uno de nosotros, como una de nosotras. 
Descubramos juntas y juntos al Dios Trino de Amor.