sábado, 28 de marzo de 2020

Vivir resucitad@s


El miedo y la muerte nos acechan, pero ¿hay algo peor que la muerte? Sí: ¡estar muertas en vida! ¡Vivir sin amor! Y este virus que nos rodea, nos obliga a escondernos, a guardarnos y a separarnos y distanciarnos de los afectos.

¿Qué decir frente a esta posibilidad que se instala ante nuestras puertas? Jesús es la Resurrección y la Vida. Jesús no es solo ese que puede darnos vida eterna después de nuestro paso por esta tierra, Jesús es quien puede colmarnos de vida nueva hoy, en el lugar donde estés, te encuentres sola o acompañada, Jesús te invita hoy a abrazar la radicalidad de su vida plena.


Y hoy especialmente te invito a que abraces esa vida siguiendo los pasos de Marta. Esta diaconisa silenciada en el evangelio de Lucas (Lc 10, 38-42), es aquí, en el evangelio de Juan, la mujer amada por Jesús (Jn 11, 5) y quien toma la iniciativa tanto como para llamarlo cuando se enferma su hermano, como para demostrar su fe después de la muerte de Lázaro diciéndole a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá» (vs 21-22). Fíjate hasta donde llega su fe que Lázaro ya llevaba cuatro días muerto, cuatro días con la tumba cerrada, ella misma es quien le dice a Jesús que ya huele mal porque el cuerpo ha comenzado a descomponerse y ahí es donde Jesús le llama la atención: Pues, “¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?” (v.40). Marta acababa de decirle a Jesús: “Yo sé que -mi hermano- resucitará en la resurrección, en el último día.” (v.24) Y cuando Jesús le dice: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?” (vs.25-26), Marta le responde “Sí, Señor” y en este momento pensamos que Marta ya lo entendió todo, pero inmediatamente agrega: “yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que ha venido al mundo.” Marta continúa creyendo en el mesianismo glorioso y davídico en el que también creían muchos seguidores de Jesús. Él, sin embargo, quiere revelarle que es mucho más que eso, que es resurrección y vida. 


Frente a la pregunta de Jesús: “¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?” (v.40) si volvemos atrás en la lectura, veremos que Jesús nunca hace esta pregunta a Marta, lo que pregunta es: ¿crees que quien cree en mí, aunque esté muerto, vivirá, y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá jamás? (vs.25-26). Es bueno preguntar aquí, ¿por qué Jesús dice: “¿no te he dicho…?” Cuando en verdad, no lo ha dicho y sí dijo otra cosa. ¿Qué relación hay entre estas dos frases? ¿Qué es la gloria de Dios? ¿En qué consiste? Pues la Gloria de Dios consiste en que las personas vivan. Dios es resurrección y vida y como Padre/Madre quiere lo mismo para sus hijas e hijos, que vivamos plenamente, que nos gocemos en la resurrección, que la muerte en nuestra carne no tenga lugar, que la esperanza y la certeza de la resurrección nos mantenga vivas y vivificadas. Dios no sólo nos regaló su vida creándonos, él nos volvió a entregar su vida en la muerte y resurrección de Jesús y nos la renueva cotidianamente por la acción de su Divina Ruah que no cesa de recrearnos en su danza amorosa y eterna.


En estos tiempos, podemos reprochar a Dios por lo que nos pasa, como lo hizo María: “si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”, pero también podemos como Lázaro salir de la tumba envueltos con los recuerdos de la muerte, dejando que éstos detengan nuestro paso, nuestra mirada, nuestro accionar… O podemos dar un paso más, como lo hizo Marta, confirmando nuestra fe en Jesús y esperando el milagro del Mesías glorioso. Todos estos personajes nos muestran actitudes muy humanas, pero ninguno nos muestra la actitud que nos hará feliz. Nuestra felicidad se dará cuando podamos vivir continuamente la experiencia de la resurrección en nuestras vidas, cuando dejemos que la Vida de Dios, Uno y Trino se nos encarne y vayamos viviendo resucitadas aún cercadas de muerte. Amén.


Reflexión al texto del evangelio de Juan del capítulo 11,3-7.17.20-27.33b-45
(Si querés escucharla, hacé click en la palabra reflexión)

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